domingo, 31 de agosto de 2008

En viaje!

En este momento, estoy frente a la cordillera, acabamos de almorzar con una cervecita (a ver la etiqueta...) Kunstmann! Dice el mozo, muy amable, que es producida en el sur del país, en Valdivia. Sí, estoy en Chile. Y no comí salmón, pese a que mis vecinos de mesa me hicieron entrar ganas.

Hablando de mis vecinos de mesa, a veces me dan vergüenza ajena y propia los argentinos fuera del país. Si te sentás a comer en un aeropuerto, mamita, disfrutá, pará de sacar cuentas en pesos chilenos y dólares, y hasta pesos argentinos, porque no te vas a comer ni una mísera hamburguesa como la que me acabo de comer yo, que era lo más barato, pero estaba muy, demasiado rica! Y si estás en Chile, pará de preguntar si hay vino argentino. Y si pedís cheese cake, quién te dijo que está hecho de chocolate, mujer?!!

Bueno, anécdota aparte, aquí estamos, esperando el avión. Logramos que nos saquen el pasaje evitando Aeroparque (amigas porteñas no se ofendan, Buenos Aires es hermosa, pero volando prefiero ir por Chile). Y en tres o cuatro horitas estaremos tomando un avión de Air France para pasar por París, esperar otras cuatro horas allá (qué ganas de escaparme aunque sea unos minutos a respirar el mismo aire de Malén!), y luego de nuevo partiendo hacia la Roma de Marce. Y allí no sé, tal vez alquilar un auto hasta nuestra nueva ciudad adoptiva, tal vez un dirigente nos va a buscar. Estoy feliz y serena. Primer viaje de ida los tres juntitos. Primer viaje de ida con Pablo. Discusiones eternas por el equipaje, por qué prendas dejar, llevar, regalar... pero objetivo logrado al fin. Maratónicas sesiones de saludos. Despedidas eternas. Familia a pleno (faltaban los recién casados en Punta Cana, pero vía mail presentes igual).

Y Emilito hermoso, sereno también él. Dos días, dos noches de haber dormido bien. Ya no recordaba como se sentía. Sin vómitos, sin tos. Parece que después de rebotar de un lado a otro le dimos en la tecla. Y sabés dónde? En el hospital público. Me dijeron sacale ya todo, antibiótico, reliverán, todo. Es simplemente un chico muy alérgico, casi asmático. Si tenés antecedentes (sí, como no, claro, todavía me acuerdo el silbidito, la sensación de ahogo, las despertadas en medio de la noche y la satisfacción de ser la única hija de mi mamá por un rato). Y bueno, tratamiento con budesonide y salbutamol por seis meses.

Ah, sabían qué? Lo bautizamos al gordo en este tiempo que estuvimos aquí. No es que estábamos súper convencidos de hacerlo miembro de la apostólica romana, pero son ritos. Ritos y ritos, y no sé, teníamos ganas de celebrar algo. De celebrar nuestro hijo. Y así fue. La pasamos re bien, con familia y amigos, y como le regalé a mi vieja la cámara de fotos antes de venirme, y no tengo otra cosa para dejarles una postal de lo que estoy viendo por mi ventana ahora, les dejo una fotito del bautismo. Para que vean la facha del gordito, mi cara de agotada-resignada y mis queridos abuelos.




martes, 26 de agosto de 2008

Dos meses...

No, no, Emilito ya tiene diez... va por los once casi!
Lo que suma dos meses son los días que llevamos en Argentina.
Y se nos acaban. Se van. Terminó el plazo.
A veces me despierto sobresaltada, con un nudo en la garganta, pensando cuánto voy a extrañar, extrañar ver a mi hermana Ana todos los días, a mi vieja y a Angie los fines de semana, a mis amigas de toda la vida todas las veces que tengo ganas, a mi hermano Alvaro cuando él tiene ganas, a Esme y Javi, los tíos súper cariñosos de Emilio, mis cuñados, a mis queridos abuelos.
Y otras, en cambio, digo que ya está bien, que es más que suficiente. Dos meses de tos y mocos, y fiebre y vómitos, sea casualidad o no, es ya más que suficiente. Me salió delicado el señorito. Se crió con el confort del primer mundo, o lo que sea que fuera donde yo vivía allá... el meridione italiano. No sé. Ya no sé qué excusas o razones buscar, pero estoy un poco cansada. Y asustada. Aunque trato de no dramatizar, porque me dicen que vomita por la flema, y bueno, que es normal, dentro del cuadro que tiene.
Update: tenía guardado este borrador desde hace unos días, Emi sigue con vómitos y diarrera, y flema y tos, y nosotros con los pasajes comprados para este domingo... me voy al médico ya!!
Nuestro nuevo destino, Maddaloni, Caserta, en la Campania, muy cerca de Napoli. En breve estaré escribiendo desde allá!
Gracias a todos por preguntar, por preocuparse por esta vida gitana -que por ahora es así, quizá falte menos para parar, siempre falta menos- y disculpen que no estuve contestando sus siempre copados comentarios como debería!
Besos desde mi pueblito polvoriento, frío helado en medio de la tormenta de santa rosa que, lamentablemente, no trajo lluvia!!

viernes, 22 de agosto de 2008

Algún día, quiero...

(o algunas pavadas, y otras no tanto, que esta vida gitana me impide hacer).
- Hacer el cambio de estación. En el placard, me refiero (ah, qué lindo, tener toda la ropa que quiera y no andar desechando en cada viaje-mudanzaaaaa quedándome con lo mínimo indispensable!).
- Armarle un lindo cuarto a Emilio, y a los hijitos que tenga.
- Ni hablar del mío... pero no importa. Me da mucha más ilusión armar cuartos de niños. Y con muchos juguetes y juegos.
- Tener una buena biblioteca, y no los libros con el sello de Lic. de cuando me agarró el ataque (ah, pero éstos son MIS libros) dando vueltas por todos lados.
- También tener una buena colección de juegos de mesa para jugar con las personas que se copen con esto... (Pictionary, Burako, Trivial, Carrera de Mente, Tabú, Scrabel, siiiiiii, se me hace agua la boca).
- Tener un perro. También un gato, si Pablo lo acepta.
- Tener plantitas. Plantas aromáticas me encantaría también (me dirán que en 10 meses que estoy en un lugar esto se puede hacer, pero qué hago después? las tiro? las regalo?).
- Plantar el jacarandá que mi abuelo me guardó de aquel experimento de bonsai malogrado en el que me trepé toda mi infancia.
- Imprimir mis fotos y armar mis álbumes de recuerdos reales, de carne y hueso, y no de píxeles como los que tengo acá en la compu.
- Armar el gym en casa (jajajajaaaaaaaaaaaaaaa! ésa ni yo me la creo!).
...to be continued...

miércoles, 13 de agosto de 2008

Rey Sol





(con su permiso, Fito)

jueves, 7 de agosto de 2008

Mala, mala, mala eres

Ando mala, mala, a veces no me reconozco. O Pablo me hace sentir que estoy mala. Tal vez estoy más firme. Desde que fui mamá, algo, mucho, cambió en mí. Sí, estoy más determinada, podría decirse. Es que si no, si quiero seguir trabajando y teniendo una vida además de ser madre, es imposible! Si uno no toma el toro por las astas, o el bebé, o la vida, lo otro la toma a una. Es así. Y exijo, exijo, exijo. Exijo ayuda a mi maridito. La pido sin culpas. A veces me gustaría que le saliera espontáneamente. A veces, muchas, le sale. A diez meses del nacimiento de Emilio, y a más de 30 años de la gran revolución feminista (década 60, 70, se puede decir, no?), siento que lo que nos toca vivir es increíble. Como mujeres, digo. Vivimos una época en la que se nos exige tanto, pero a la vez, nosotras respondemos con tanto. Damos y nos damos en todos los aspectos. Hemos aprendido tanto. Lo veo en todas las mujeres que me rodean. En sus blogs, queridas muchachas. Y en la vida real. Me sorprenden día a día. Mi madre es uno de los mejores ejemplos. A a los 50 años, viuda, rehizo su vida sentimental, se hizo un posgrado y ahora trabaja más que nunca, pudo comprar un departamento para sus hijos y al mismo tiempo hacerse cargo de sus padres mayores (es hija única), y también atender a su marido actual, cocinar todos los días, atender a sus hijos, desvivirse por su nieto (fui a mi casa materna y no me quería volver por cómo me ayudabaaa, qué lindo!). Mis hermanas y amigas, que laburan a full, son lindas, se cuidan, tienen su novio o marido, pero saben que no lo necesitan para vivir, sino que lo eligen para compartir la vida. Creo que sí, que estamos protagonizando una gran, gran revolución, y no nos damos cuenta. La vivimos imperceptiblemente. Quizá tiene que venir un outsider para demostrarnos cómo nos rompemos el lomo para desdoblarnos en mil partes y que eso, justamente, es lo que nos hace protagonistas de este momento histórico. Y quién más outsider que Salvador Treber, un economista muy capo (me acuerdo de haber ido a una charla suya en el aula magna de la facu de economía en Córdoba), que leí en una entrevista muy interesante en la revista Aquí Vivimos... el tipo tiene sus años, más de 70; es hombre; es de otra generación. Y dijo eso, que las mujeres no nos damos cuenta la gran revolución que estamos viviendo. Gracias don Salvador. Gracias por verlo. Gracias por el reconocimiento. Porque a veces los que están a nuestro lado, muy cerquita, dan por sentadas muchas cosas. Y gracias Aquí Vivimos por la linda nota sobre el aporte de este gremio, el femenino, a la economía!