como un castillo de arena, así, tan frágil e inexorablemente, se va disolviendo nuestra vida de este año. otro año más, construir amistades, relaciones, certezas, saber a quién le decís buongiorno, a quien le sonreís cada mañana, a quien mirás con un poco más de recelo.
se va disolviendo de a poquito la certeza de llevar a emilio a una guarde donde lo conocen y lo miman, donde salta y juega, donde lo encuentro siempre con una sonrisa.se lleva el mar de esta vida de vaivenes el camino conocido, el tráfico que ya no parece tanto, los negocios donde se compra a mejor precio, las vecinas queridas, las charlas con nadia, los programas con amigos.
la incertidumbre nos asalta como la inmensidad del mar, borra también las huellas que dejamos en esta casa, que casi ya no siento mía, y sin embargo está llena de nosotros, de nuestros pasos, de nuestros olores, de nuestros juegos.
y estamos de nuevo a la deriva, casi que aprendimos a flotar, a sobrevivir, a buscar nuevos puertos, a sostenernos fuerte del salvavidas que construimos, de esta balsa que somos nosotros tres.
pero a pesar de tantos aprendizajes, la verdad es que me duele.
duele ver el castillito en la orilla, con las torres carcomidas; el castillito que tanto costó construir, lamido por las olas, resistiendo pero sabiendo que no hay vuelta atrás, que otra ola vendrá y poco quedará de las manos que lo levantaron.