jueves, 29 de enero de 2009

Vulnerablemente feliz

Estoy súper feliz y aun un poco atontada porque finalmente, tendré a mi mamáaaaaaa del 13 de febrero al 7 de marzo aquí entre nosotros!!!
No sé bien qué me anda pasando, me siento medio pelotuda, la verdad. Mi hermana, la que comenta seguido por aquí y que me conoce como pocas personas, me escribió en un mail que por primera vez leyendo el blog el otro día me sintió frágil, desprotegida, hasta chiquita. Yo, la hermana mayor, la segunda mamá (en sus propias palabras eh)... yo (y ahora va con mis propias palabras) que siempre me sentí fuerte, que el mundo no tenía fronteras para mí, que podría lograr lo que me propusiera, soñadora y optimista, sensible pero fuerte, emprendedora, inquieta. Hasta autosuficiente. Que eso no es ninguna virtud. Lo admito. Tanto tiempo di esa imagen de mujer todopoderosa, de súper magui, de la que se venía tras su amor con un proyecto, la que extrañaba como loca su país y su gente, pero se la bancaba bárbaro... no sé. Me parece que como una vez dijo Marian, la maternidad me hizo más vulnerable. No tengo ningún miedo ahora a decirles que sí, que no me la banco, que necesito de vos mami, que necesito de ustedes hermanitas.
Así que bueno, me viene mejor imposible la visita de la mammma. Y así ando por la vida, medio borracha de entusiasmo, con pilas súper cargadas, con más ganas y energías que nunca, hasta lavo los platos con alegría, mirá vos si estaré loquita, ja. Empecé el gimnasio (pero eso fue antes), y ando con dolores, pero creo que mover las cachas también contribuye a que las endorfinas operen cual droga, y levanten mi ánimo maltratado.
Ah y el sol, sí, el sol que se dignó a salir dos días seguidos!!!!
Y mi marido, maridito adorado también, que me mima y no me puedo olvidar de él. Que el sábado me trajo un vino tinto espectacular, de la Puglia, que venden suelto en uno de esos negocitos de "alimentari" que hay por acá, y también jamón crudo (mi perdición), y unas mozzarellas de bufala que pa' qué contarles. Eso me tuvo el ánimo y el espíritu bien, bien alto todo el fin de semana. Que me cuelga la ropa cuando menos me lo espero y más lo necesito. Que el lunes que es su día libre hizo dormir a Emilio la siesta y también lo durmió a la noche, dos tareas muy muy arduas, porque el enano tiene pilas súper recargables, y encima necesita contacto físico para dormirse... por ende, me voy a la cama con él y termino planchada yo antes que el niño (y me da mucha bronca).
Y también vi Sette Anime (Seven Pounds), la peli de Gabriele Muccino con su muso inspirador Will Smith, y lloré sin parar, qué masoquista soy, pero me encanta ver películas y llorar qué le vamos a hacer. Y estoy terminando el segundo libro de la Saga de los confines, que no lograba atraparme, y finalmente ahí me tiene. Y me compré uno más que me está esperando ahí, uno de Banana Yoshimoto, no me pregunten por qué, sin recomendación de nadie, me dieron ganas y me lo compré. Mimitos culturales.
Y por supuesto Emi, su sonrisa eterna, sus carcajadas, sus besos estruendosos y babosos, su alegría cuando va y sobre todo cuando vuelve del jardín, sus abrazos, sus saltos y sus cantos y sus bailes. Verlo crecer tanto, verlo correr, verlo tirar al aro, y tener tanta puntería, y babosearnos, y reconocer que tiene también del padre, y que se acomode el abrojo de la zapatilla y ver de nuevo que tiene tanto del padre, tan prolijito.
Y ustedes también, que virtualmente me hacen el aguante.
Muchas cosas por las cuales estar feliz.
Muchas cosas por las cuales estar vulnerable, sí, pero vulnerablemente feliz.

martes, 27 de enero de 2009

Leyones


"La lectura no da plata, no da prestigio, no es canjeable…es una manera de vivir, y los que de esa manera vivimos querríamos inculcarla en el niño y contagiarla al prójimo, como buenos viciosos… Por ese hábito perdimos trenes, empleos, novios, concursos, status, ascensos y días de sol" (María Elena Walsh).

viernes, 23 de enero de 2009

Enero

El primer mes del año en esta etapa de mi vida suele pasar así, lentamente, con el paso pesado, con los engranajes que no se animan a empezar a funcionar aceitadamente, con la resaca de las fiestas, con un invierno demasiado largo, con demasiadas lluvias. Nada que ver con aquellos eneros que volaban, con las energías que no alcanzaban para repartirse entre la natación, los torneos de verano, las amigas, los amigos, los partidos de truco, la pileta de la abuela, el helado de Frigor, el de Dolce Neve, o mejor el de Polo, dale... las bicicleteadas hasta tarde, que se haga medianoche y seguir jugando en la calle, buscando calmar en la oscuridad y en la brisa de esas horas el calor ingrato del día.
Ahora no. Hace tres meses que llueve. Lo juro. Ininterrumpidamente. Programo mis días mirando el meteo por la tele, porque si Pablo se lleva el auto sé que me espera la parodia de Misión Imposible con Emi en casa, que ya entendió a la perfección cómo funciona esto, y que lo divertido está afuera, sí, detrás de esa puertita que nos separa del mundo. Y va y se busca el gorro, y la campera, y me señala las llaves (cómo cazzo es tan observador de saber que para salir necesitamos "eso"?), y me habla en su idioma incomprensible, pero con una gestualidad que lo dice todo. Bueno, eso. Que no es justo que desde octubre a hoy los días sin lluvia se cuenten con los dedos de una mano. Y eso que "esta es zona de sequía", me acota mi vecina...
Y la nostalgia, la nostalgia que se me instala en medio del pecho, llega con toda su fuerza en enero, acampa aquí donde es imposible removerla. Y siento la imperiosa necesidad de que alguien de mi familia, un amigo cercano, alguien muy querido, se me aparezca por esa puerta, sí, esa puertita que nos separa del mundo. Hay días, en estos eneros, que me despierto con síndrome de abstinencia familiar. Y quiero gritar. Quiero sentarme a tomar mate con ustedes. Quiero que me escuchen, quiero escucharlos. Quiero empezar a tejer de una vez por todas y que te sientes conmigo mamá, con la abuela, a explicarme cómo cerrar los puntos, cómo aumentar, cómo reducir, y todas esas cosas que se me adivinan imposibles. Todos los años, sobre todo en enero, les ruego que se vengan. Y Pablo hace lo mismo con los suyos. Pero lo sé, es demasiada plata. Para ellos y para nosotros. Y quedamos siempre ahí, a mitad camino, en el tire y afloje, en los hipotéticos viajecitos que haríamos, en la comida rica que les cocinaría todos los días, en cómo disfrutarían de Emilio.

Este año parece que tantos ruegos de enero no caerán en saco roto. Las hermanitas están juntando la plata. Mi mamá cuenta con un dinero extra... y a mí se me está haciendo agua la boca por adelantado. ¿Valdrá la pena ilusionarme?




En uno de esos pocos días de sol....

viernes, 16 de enero de 2009

Sólo un control...

Mañana, o mejor dicho, dentro de unas horas, tenemos turno para control de las caderas de Emilio. Ustedes ya saben de la historia, lo conté acá, y acá, y varias veces más el año pasado. El final de la historia nunca se los conté bien, ya me tenía podrida el asunto. Pero resulta que el control de mayo dio que todavía faltaba un poco más, que en junio (un día antes de volvernos a Arg) volvamos y le hagamos una radiografía y lo llevemos a control. Para esa altura Emi ya no soportaba más el arnés (tenía 8 meses) y lo rompió, mientras estábamos de vacaciones en Cerdeña. Volvimos, le hicimos la radiografía, el doc que se la hizo dijo "pero este chico no tiene nada! a ver, vengan los padres". Mostramos las ecografías precedentes y dijo que según su parecer nunca le tendríamos que haber puesto el arnés. En fin. Distintas posturas. No llegamos a ir al doctor que lo venía siguiendo al gordo (por razones obvias, equipajes por armar, etc, etc) y decidimos hacerlo ver directamente en Arg, por una doctora muy capa en Córdoba. Allá la doc me dijo que estaba bien, que no le ponga más nada, que lo estimulara a gatear, etc, etc, y que en un mes le hiciera otra radiografía y volviera. Así hice, y con esta radio, me dio el alta y me dijo que estaba perfecto. Y así me vine a Italia. Con el alta de la doc argentina, tranquila, Emilio gateando con todas sus ganas y empezando a pararse.
Ahora, desde fines de noviembre el gordo camina, al principio muy torpemente, ahora ya prácticamente corre, y yo, madre paranoica, no puedo dejar de mirarle las piernas y perseguirme con que renguea, tambalea, que no están bien las piernitas, las mido una y otra vez y no me convenzo, las veo de igual longitud, y después de nuevo a medirlas. Me vuelvo loca.
Y para que no siga volviéndome loca, y volviéndolo loco a él, Pablo me consiguió un turno con un traumatólogo en Nápoles. Mañana vamos y por supuesto estoy cagada en las patas. Sé que hicimos todo, todo bien (salvo aquel último control el día antes de irnos a Arg, y eso me carga de culpa... pero nena, después lo vieron en Cba a la semana, o sos loca vos! me retruca Pablo).
En fin, contarles un poquito, necesito apoyo logístico.
Deséenme suerte...

sábado, 10 de enero de 2009

Algunas de las cosas más lindas...


...del 2008, llegaron por correo.

Lo debía, me quedó traspapelado entre tantas fotos, entre las demandas de Emilio, entre mi desorganización laboral, entre mis tantas ganas de hacer tantas cosas siempre.

Este es el pedido que le hice a Marian, en su shoppe de Florcita.

Así da gusto comprar on-line!!!!

Cada cosita en su sobre, de papel madera, dibujado por ella.
Ahí están las bolsas de tela, una para mí, para hacer las compras y no andar malgastando bolsitas de nylon. Otra para Emi, para ir al jardín con maletín personalizado!
Y también tarjetas, que me encantan, y un regalito especial que me hizo la doña, que me en-can-tó (salí urgente a comprar cadenita para poder usarla, tan dejada soy con la bijoux que ni una mísera cadenita tenía!).

martes, 6 de enero de 2009

Arrope y miel... le llevarán

"y un poncho blanco de alpaca real!"

Y me descubro una vez más tarareándote una canción de mi infancia. Reviviendo aquella magia con vos.
Llenando los recipientes con agua y con pastito para los camellos (bueno, lechuga, porque no hay pastito a mano). Y bombones para los Reyes. Porque vienen cansados y de muy lejos, nos decían los abuelos. Y yo te lo digo a vos. Es la fuerza de los rituales, es la fuerza de la tradición.
Me siento tan parte de un círculo. Me siento parte de la vida cuando pasan estas cosas. Recordar aquellas noches de verano. Eramos cuatro chiquitos flacos. Se nos permitía, me acuerdo, y será que el calor era tanto, sacarnos la remera. Y teníamos los jumpers sobre la piel. Qué divertido. La mirada fija en el cielo, en las tres marías, porque en algún momento iban a desaparecer, y significaba que los Reyes estaban por llegar.
Esperar a los Reyes es una de las ilusiones que recuerdo con más cariño de mi infancia. Y a Pablo le pasa lo mismo. Con esa mezcla de miedo y esperanza. Y a los dos nos pasó de creer haberlos visto. Hijo, ya sabés de qué padres has venido al mundo.
Aquí en Italia no vienen los Reyes. No me pregunten por qué, aquí toda esa celebración hispana hermosa es reemplazada por una feísima bruja que llaman la Befana. Que deja carbón a los chicos malos y dulces a los buenos, en una media. Nada de juguetes. Aunque debe haber excepciones.
Ahí están los zapatitos de Emilio, con sus regalitos. Y también los de los dos grandulones, que quién sabe por qué, nunca se han despegado del encanto de la noche de Reyes, y esperan siempre una bendición, una sorpresita, un dulce regalito, antes de desarmar el árbol y despedirlo hasta el año que viene, con esa nostalgia inmensa que dejan siempre las fiestas que terminan.

Actualización: fotitos!



las zapas de Emi esperando, junto al agua, la lechuga y los bombones!

Esta mañana, parece que alguien más sumó las suyas...


Y esta bruja????

viernes, 2 de enero de 2009

Actitud


¡feliz 2009!