Estoy súper feliz y aun un poco atontada porque finalmente, tendré a mi mamáaaaaaa del 13 de febrero al 7 de marzo aquí entre nosotros!!!
No sé bien qué me anda pasando, me siento medio pelotuda, la verdad. Mi hermana, la que comenta seguido por aquí y que me conoce como pocas personas, me escribió en un mail que por primera vez leyendo el blog el otro día me sintió frágil, desprotegida, hasta chiquita. Yo, la hermana mayor, la segunda mamá (en sus propias palabras eh)... yo (y ahora va con mis propias palabras) que siempre me sentí fuerte, que el mundo no tenía fronteras para mí, que podría lograr lo que me propusiera, soñadora y optimista, sensible pero fuerte, emprendedora, inquieta. Hasta autosuficiente. Que eso no es ninguna virtud. Lo admito. Tanto tiempo di esa imagen de mujer todopoderosa, de súper magui, de la que se venía tras su amor con un proyecto, la que extrañaba como loca su país y su gente, pero se la bancaba bárbaro... no sé. Me parece que como una vez dijo Marian, la maternidad me hizo más vulnerable. No tengo ningún miedo ahora a decirles que sí, que no me la banco, que necesito de vos mami, que necesito de ustedes hermanitas.
Así que bueno, me viene mejor imposible la visita de la mammma. Y así ando por la vida, medio borracha de entusiasmo, con pilas súper cargadas, con más ganas y energías que nunca, hasta lavo los platos con alegría, mirá vos si estaré loquita, ja. Empecé el gimnasio (pero eso fue antes), y ando con dolores, pero creo que mover las cachas también contribuye a que las endorfinas operen cual droga, y levanten mi ánimo maltratado.
Ah y el sol, sí, el sol que se dignó a salir dos días seguidos!!!!
Y mi marido, maridito adorado también, que me mima y no me puedo olvidar de él. Que el sábado me trajo un vino tinto espectacular, de la Puglia, que venden suelto en uno de esos negocitos de "alimentari" que hay por acá, y también jamón crudo (mi perdición), y unas mozzarellas de bufala que pa' qué contarles. Eso me tuvo el ánimo y el espíritu bien, bien alto todo el fin de semana. Que me cuelga la ropa cuando menos me lo espero y más lo necesito. Que el lunes que es su día libre hizo dormir a Emilio la siesta y también lo durmió a la noche, dos tareas muy muy arduas, porque el enano tiene pilas súper recargables, y encima necesita contacto físico para dormirse... por ende, me voy a la cama con él y termino planchada yo antes que el niño (y me da mucha bronca).
Y también vi Sette Anime (Seven Pounds), la peli de Gabriele Muccino con su muso inspirador Will Smith, y lloré sin parar, qué masoquista soy, pero me encanta ver películas y llorar qué le vamos a hacer. Y estoy terminando el segundo libro de la Saga de los confines, que no lograba atraparme, y finalmente ahí me tiene. Y me compré uno más que me está esperando ahí, uno de Banana Yoshimoto, no me pregunten por qué, sin recomendación de nadie, me dieron ganas y me lo compré. Mimitos culturales.
Y por supuesto Emi, su sonrisa eterna, sus carcajadas, sus besos estruendosos y babosos, su alegría cuando va y sobre todo cuando vuelve del jardín, sus abrazos, sus saltos y sus cantos y sus bailes. Verlo crecer tanto, verlo correr, verlo tirar al aro, y tener tanta puntería, y babosearnos, y reconocer que tiene también del padre, y que se acomode el abrojo de la zapatilla y ver de nuevo que tiene tanto del padre, tan prolijito.
Y ustedes también, que virtualmente me hacen el aguante.
Muchas cosas por las cuales estar feliz.
Muchas cosas por las cuales estar vulnerable, sí, pero vulnerablemente feliz.