Nuestro casamiento en el Comune de Cagliari.
Estoy a mil... el viernes (pasado mañana), tomo el avión que de Cagliari me llevará a Roma, de allí a Madrid, y luego a Córdoba, previo paso por Santiago de Chile... sí, me evito Ezeiza (después de todo el revuelo que armó Fuerza Aérea, mejor, no?).
Como suele suceder antes de partir, estamos de cena de aquí, cena de allá, almuerzo, aperitivos, cafés... encuentros casi siempre comilona de por medio... como nos tienen acostumbrados en Italia.
Duelen las despedidas, seré una sentimental, lo asumo; pero no lo puedo evitar. En nueve meses se pueden forjar amistades, se puede conocer gente maravillosa; en nueve meses te podés enamorar, en nueve meses podés hasta traer al mundo una nueva vida!! Nueve meses en Cagliari, y el corazón lleno de recuerdos, y los ojos de lágrimas.
Pero bueno, la ansiedad también me gana al imaginar los brazos que me esperan del otro lado del avión. Mi mamá (que hoy cumple 52 añitos!!), mis abuelos (que son unos genios, chatean conmigo, sacan fotos digitales y me mandan recetas por mail), mi hermana Ana (que siempre acude a mis pedidos desesperados, me ayuda con el trabajo, con la vida!!), mi hermanita Angie (que ya me está imitando con sus dotes histriónicas privilegiadas, lo que significa que me extraña mucho), mi hermano Negro Alvarito (que me recibirá con su música, con sus brazos largos, con sus mates amarguísimos y sus preguntas existenciales).
Con mi mamá antes de partir a Italia (te la bancaste bien, vieja!).
Mis hermanos y mi tío Fredy, en Año Nuevo, sin mí... snif!
Mis amigas, mis amigos, mis tíos, mis primos, panzas con niños por nacer, bebitos que tomé en brazos y ahora caminan, algunos vacíos que seguramente tendré tiempo de llorar...
Me voy... pero disfrutaré hasta el final! PROMETIDO!