Estuve en Buenos Aires para Semana Santa, más precisamente en la república de Lanús. Con el único objetivo de reunirnos con el señor padre de estos niños, y pasarla bien los cuatro juntos. Ni hablar que las casi once horas de viaje de ida, más las once de vuelta con los dos niños no fueron lo más parecido a un viajecito de relax. Pero bueno, son tiempos de sacrificio y de siembra (dirían varios, entre ellos mi marido), ya llegarán esos tiempos, en los que tendré suficiente dinero y horas de ocio, como para dedicarme al sano relax. El problema es que voy a ser una vieja chota. Ja. Pero no importa. Disfrutemos igual este tiempo de valijas siempre abiertas, de niños que saltan, chillan y reclaman, del mismo modo en que te dan los más lindos abrazos y te deleitan con su ingenuidad. En fin, de dulce, delicioso caos.
Ayer me topé otra vez con este post (en inglés), y lo copio acá porque me encanta cada vez que lo leo. Es una visión distinta (de un hombre) sobre el tener hijos o no tenerlos, y sobre el argumento de "ser egoístas" que esgrimen muchos que deciden que "no están listos/preparados" para tenerlos. Me encanta eso de pensar que ya el solo hecho de pensar en tener hijos es tener capacidad de imaginación; para imaginarnos transformados, en otra unidad.
Dejo fotos, el tiempo vuela, pasa tan rápido... que al menos aquí, dura un poquito más.