lunes, 30 de junio de 2008

Aerolíneas... no more

Me duele en el alma decirlo, pero después de cuatro días a la deriva, entre aeropuertos, colas insufribles, faltas de respeto, atropellos, mentiras, todas las locuras y miserias humanas que puedan imaginarse... llegué a mi querida Córdoba.
Un día varada en Roma, dos en Buenos Aires, y aquí estamos, finalmente, en nuestro destino.
País mío querido, adorado, qué hermoso sos, qué hermosamente doloroso sos.

lunes, 23 de junio de 2008

De vuelta


Llenos de alegría, de arena, de sol, de mar azul celeste, de birra ichnusa y de la otra, de asados, agradecidos eternamente de la hospitalidad adorable de loli y ramiro, de ensaladas enormes playeras (virtud de la primera) y asados espectaculares (virtud del segundo), embobados de la dulzura de luni, del cariño de todos, de pachi y ariel y luca y ori, de los villasanta, de los pintor, cargados de regalitos para emilio, y hasta de ofertas para volver a la isla de los sueños.
Dicen que Cerdeña te embruja, "ti strega". Y tienen razón.
Gracias a todos por seguirme aun en esta ausencia prolongaaaada! (necesitaba vacaciones de todo, sobre todo, de la compu!).
Actualización: Hay más fotos del viaje en Flickr, o sea, aquí.

martes, 3 de junio de 2008

Dreaming Sardegna...


A ver, les cuento, esta ausencia internetística (exilio forzado al que me confina mi cónyuge... noooo, mentira!) se debe a que estamos en pleno frenesí previo a las vacaciones en Cerdeña. Volvemos a la isla, volvemos al mar celeste, al sol eterno, al lugar perfecto, perfecto para vivir, para concebir un hijo (y así lo hicimos), volvemos a Cagliari, a su playa urbana, al Poetto, a los nuraghe, volvemos al pan carassau, a los malloreddu, a la birra Ichnusa, al mejor pecorino del mundo, a los ricci (erizos de mar), volvemos, el viernes 7 volvemos a todo eso que nos hizo pasar algunos de los mejores meses de nuestra vida. Emilio entenderá por qué ahí sus padres se enamoraron más que nunca, y se enamoraron del lugar, y se convencieron de que la vida es demasiado linda como para no compartirla con un hijo. Ahí también, junto a ese mar celeste que no me cansé de mirar, Emilio tendrá una razón más -tontamente poética pero me gusta pensarlo así- para sus ojos azules cielo, azules mar.

(La de arriba es mi pancita pequeña de cuatro meses, esperando a Emilio, junto al mar de Cagliari)