domingo, 23 de enero de 2011

Domingo tipo...

Ah, no tengo ganas de ponerme a buscar dentro de mi propio blog, pero hace como dos años yo había dicho que por estos lares y mientras dura el campeonato de mi maridito, los domingos se clasifican en tipo A (se juega en casa) y tipo B (se juega afuera, de visitante). O al revés. Pero poco importa.
Hoy es uno de esos tipo A. O B. Pero bueno, como sea, se juega en casa. Se come pasta en blanco (con mucho aceite, que me cayó pesado como vaca en upa, lo único que falta es que me caiga pesado el aceite de oliva en este país, y con este marido). Y ensalada también, fruta y café. Se trata de joder lo mínimo posible (o sea, no pases la aspiradora como una tarada, antes y después de comer, calmate un segundito, dame bola, quedate al lado mío, preparame un té). Se insiste por todos los medios al retoñito para que duerma la siesta y no joda tampoco él. Se trata de pensar en un vestuario más o menos arreglado para ir a la cancha. E inicia la carrera frenética para lograr que el niño se despierte de buen humor, te permita arreglarlo también a él, y llegar a tiempo -mínimamente- para la presentación del equipo. Si podés estar media hora antes mejor, porque me pongo nervioso. Sí, sí, claro, a veces que el niño se duerma a las tres y a las cinco ya esté en la cancha con sus mejores ropitas y su mejor humor no es muy compatible, te diré.
Mientras tanto, la translucencia dio bien, la pancita comienza a crecer y yo casi a imaginar que es posible tener otro hijo además de Emilio. A veces pienso en todo lo que es este crío que tengo y hago listas imaginarias: pura energía, risas y más risas, divertido, simpático, comprador, cascarrabias, llorón, impaciente, testarudo, incansable, memoria infalible, parlanchín que no para un segundo de hablar, demandante a más no poder, mimoso, ¿inquieto ya lo dije? Y pienso en que quizá este otro hijo venga a compensar ese maremoto arrollador que es mi primogénito. Porque quien es padre de uno quizá me entienda, es esa exclusividad, es ese sentir que ese niño lo es todo, que no habrá otro igual, que esa risa que ese olor que ese llanto... son irrepetibles. Y sí, tonta. Pero es como que ahora me cae la ficha y empiezo a sentirme preparada para alguna otra cosa, para albergar de nuevo lo desconocido, enfrentarme a esa criaturita única que se trae consigo un universo distinto, para ponerte a prueba, para descubrir costados insospechados de la vida y de uno mismo.
Y volviendo al plano de lo terrenal, digamos, cada vez más convencida de lo bien que hago en irme a tenerlo a Argentina. Lo cual no quita un cagazo considerable por embarcarme en un viaje transoceánico con el embarazo al borde del séptimo mes.
Hasta aquí las news y los delirios.
Corro a prepararme... ci vediamo presto!

lunes, 10 de enero de 2011

¿Cómo era eso?

Sí, eso de que había recargado energías, y eso se aplicaba a muchas cosas, entre ellas al blog? yo dije eso? Bueno, las sensaciones a veces no son exactamente la realidad. Uno puede intuir algo y luego que ese algo te abandone a mitad camino. Hay ciertos momentos de tu vida en los que tomar las riendas se hace más que difícil. Hay algunos momentos, en especial, en los que hay algo más que decide cuándo y cómo y dónde vos vas a estar con todas las energías, y cuándo no. Y la voluntad está, juro que está, siempre. Pero a veces no basta. Yo soy una testaruda sagitario, y energías siempre me sobran, y ganas de ir para adelante, sobre todo con lo que me gusta. Pero ya entendí que cuando una es madre, los tiempos se manejan de otro modo. Si hay algo que aprendí desde que soy madre, es eso! Que no puedo ir contra ciertas cosas! Y poco acostumbrada como estaba a ceder tiempos, mis tiempos de trabajo, de estudio, de dedicarme a LO IMPORTANTE, parecía totalmente absurdo que una cosita tan pequeñita que lloraba y lloraba dictara a piacere los tiempos de mi vida. Aprendí ya a no pelearme con eso. Y como el puerperio creo que quedó atrás hace quizá poco más de un año, ahora, con las lecciones bien aprendidas y las energías recuperadas, mi lugar en el mundo Yang de nuevo en mano, nuevos desafíos y nuevos objetivos cumplidos -como tan sabiamente dice Laura Gutman- ¡me quedé embarazada otra vez!
Y esa nueva cosita pequeñita ya desde adentro anda determinando cuántas energías tendré yo tal o cual día. Y en qué momento del día. Las mañanas ya no me rinden tanto. No me levanto tan temprano para evitar las náuseas matinales, pero las de la tardecita noche son peor!!! Ya no sé qué comer ni cocinar. Que me dé asco la pizza y el aceite de oliva en este país es un atentado a la moral de la gastronomía mundial. Pero están esos otros grandes placeres que son los "antojos" cumplidos. Ese día que sólo una palta podía hacerme feliz, y me la encontré solita, toda para mí, en un Despar alejado al que nunca voy a hacer las compras. En un país en el que pocos saben qué es una palta, cabe aclarar. O como anoche que medio incrédula, y con ganas de comer pescado desde hacía tres días, me pedí una orata en una pizzería y me trajeron un manjar de los dioses. Cuánto puede disfrutarse ese plato que no sólo tenés ganas de comer, sino que te sienta TAN BIEN!!!!
Bueno, muchachas, muchachos (si hay alguno por ahí), así es. Después de mucho amagar y medio anunciarlo por aquí o por allá, parece que largamos con la segunda tanda de maternidad. ¿Distinta? Segurísimo. Pero con ganas de seguirla compartiendo aquí con ustedes. ¿Miedos? Claro, muchos, los de siempre, quizá algunos menos. Ya termino el primer trimestre, por eso me animo también a compartirlo acá. El viernes hicimos la eco de la semana 12 y aunque no pudimos hacer la translucencia porque no lograba enfocarle el bendito cuello, fue un placer verlo (o verla) moverse tanto, abrir sus manos, mover los brazos de arriba a abajo como si quisiera dar puños a ese doctor que lo/la molestaba tanto. Ahora habrá nueva cita el martes que viene. Irán sabiendo!!!
¿Y Emi? Emi feliz, pregunta todo el tiempo por su hermanito/fratellino. Mamá cómo está el bebé?? Mamá cómo estás vos?? Bien hijo. Ah bueno.
He dicho!