martes, 30 de septiembre de 2008

La semana del Rey Sol


Siempre lo es. Es el Sol. Todo gira en torno a él, nuestra vida, mi vida. Su fuerza y su luz no dejan de sorprenderme, de enceguecerme a veces, de iluminarme tantas.

Pero esta semana es suya particularmente. Es la semana de su cumple. Es la semana en que los recuerdos de aquellos días me persiguen dulcemente, sin tregua. Me dan felicidad en dosis pequeñas, grandes, sin medida; en avalanchas que vienen de a poquito, y luego me sobrepasan. Su dulzura me puede, me desarma. Me encuentro a veces mirándolo embobada, por las caritas que hace, por verlo tan parecido al hombre del que me enamoré cuando era casi un niño (a pesar de lo que se empeñen en hacerme creer que no tiene nada del padre!). Me quedo extasiada cuando lo veo tan crecido, entretenido queriendo hacer encastrar dos piezas, revisando alguna revista, pasando las hojas como si fuera un grande, cuando ríe a carcajadas cuando algo lo sorprende, cuando la pelota se le escapa, cuando lo asustamos, cuando me escondo y aparezco de nuevo. Y sobre todo, la paz infinita, la sensación de felicidad completa, cuando se duerme a mi lado, y lo veo en la calma absoluta, la fragilidad total, su respiración acompasada con la mía... y me sorprendo una vez más: es la misma sensación de paz completa de aquellas primeras veces que dormí junto a Pablo. Y la seguridad, la total y absoluta seguridad de que no me equivoqué. Que tantos sacrificios valieron la pena. Aunque sólo sea, o no tan sólo, por atesorar esas sensaciones eternamente.

martes, 23 de septiembre de 2008

Paz y amor

Ese será el lema de este año, así me lo he propuesto, y parece que de algún modo estoy domando la parte rebelde e inconformista de mí misma. Inconformista al pedo nomás, porque estamos de acuerdo en que ser conformista no es bueno tampoco, pero mi inconformismo molestaba, estaba ahí rompiendo las bolas permanentemente, obstaculizando la vida de familia feliz que estamos tratando de hacer, estorbando inútilmente y no haciendo otra cosa que generarme un estado de permanente insatisfacción que no me dejaba ver lo bueno, hermoso y bello que tengo a mi alrededor, ni disfrutar todas las cosas que me pasan. Y el clic me hizo una vez que la mujer de un jugador (una mina que considero con sesos, porque también estamos de acuerdo en que hay de todo entre las señoras de los deportistas) dijo, sí tengo treinta años, y no me puedo quejar absolutamente de nada de la vida que llevo. Y la sentí tan feliz al hacer esa afirmación. Y me entró una sana envidia. Y me empecé a preguntar qué se necesitaba para hacer una declaración de ese tipo. O yo soy una mina a la que le va la onda melanco, todo mal, existencialista al mango... que sí, tuve mis momentos de adolescencia, leer a sartre, camus, y todos ellos y no entender para qué carajo vivimos; o no, soy una mina enamorada de la vida, alegre, amiguera, sociable, que le encanta estar con gente, reunirse por el solo hecho de juntarse, charlar, reí pasear por el solo hecho de pasear, cocinar por amor al arte y a los que comparten la mesa, hacer regalos, dar besos y abrazos, y mandar mails, y chateos alegres, y llamadas sorpresa... sí, soy más esta última.
Basta de estar amargada, trabajando desesperada cumpliendo horarios cierres entregas para ver mis notas publicadas porque sí, porque necesito desesperadamente que esa parte de mí sea reconocida, porque no quiero ser simple ama de casa. Basta basta basta. Basta de querer cumplir con todo y si dejás algo de trabajo parece que se le viene el mundo abajo al diario a la editorial a tu jefe. No no no. No es así. Nadie se muere nadie es irreemplazable. Y tampoco es blanco o negro. Están los grises. Puedo trabajar menos y no por eso dejar todo, así como esos arranques de locura que te agarran y querés tirar a la mierda la compu y no ver más un quark en mucho tiempo. No no no. Ahí estamos, en el gris, trabajando menos horas, pudiendo cocinar, pudiendo compartir tiempo con pablo a la noche, pudiendo disfrutar de emilio sin que me llore al lado y yo indolente seguir tecleando, y la angustia que se me acumulaba dentro, y crecía y crecía, no te la puedo explicar.
Sigo paz y amor y felicidad, y eso que sigo en el hotelucho, que sigo con valijas a medio deshacer y cajas dando vueltas, y lejos de todo, en medio de la ruta, que sí o sí necesito auto para cualquier mandadito pedorro que se me ocurra hacer. Sigo paz y amor y aguanto hasta el 5 de octubre que nos den la casa. Aunque emilito tenga que pasar su primer cumple medio gitano, no importa, estará la vela, la torta, estaremos nosotros, estarán nadia y coco y juan y raniero tal vez y su abuela, y sacaremos fotos, y estaremos muy felices. Aunque no tengo banda ancha, aunque no tengo cable, aunque no tengo horno y me arreglo con dos hornallas eléctricas, y el microondas que recuperamos de las cajas. Y una vez que me den la casa, ahí me empezaré a mover para la guarde de emilio, así también tengo un par de horitas para estar más tranquila, y trabajar con aun menos estrés.
No es imposible. En argentina toqué fondo y dije que este año no me iba a dejar comer la cabeza por angustias y fantasmas y presiones inventadas por mí. Quiero disfrutar esta etapa de mi vida, que por algo -como lo sugiere la cabecera del blog, como tan bien me entendió malen- es una permanente temporada de cerezas.

martes, 16 de septiembre de 2008

Una leona!!!!

Ya está mejor, ya pasó lo peor, puedo ponerme en su mente e imaginar la desesperante lucha por estar enseguida con su cachorrito. Es una leona. Con toda la fortaleza de la que la creímos capaz. De una hemorragia que parecía imparable, de estar absolutamente inestable el viernes, pasó a estar estable y ayer se bancó como una fiera una operación que era crucial. Y salió de la anestesia y ya estaba lo suficientemente bien como para que la desentubaran, como para respirar por sí misma, como para ir abriendo los ojos de a poco e ir reconociendo al resto de la manada que no la dejaba sola. El cachorrito la espera, mientras tanto, papá y abuelas calmaron sus poquitos llantos, porque hasta en eso la naturaleza es sabia.

lunes, 15 de septiembre de 2008

Pedido especial

Por favor, recen mucho, por mi amiga del alma.
No me gusta hablar de otras personas en mi blog, pero creo en la fuerza de la energía positiva, y en ustedes.
Acaba de ser mamá, y Julián está muy bien, pero ella no. Y la está luchando.
No entiendo que pasen estas cosas en este siglo. Después de tanta preparación, de un parto natural, en buenas manos. Pero pasan. Somos humanos.
No entiendo y no quiero que sea ella, no tenía por qué, pasarle a ella.
No tengo dudas de que pronto va a estar cuidando a su bebé como sólo una mamá puede hacerlo.
Pero quiero que sea rápido.

Gracias, de corazón.

sábado, 13 de septiembre de 2008

Bebito adorable

Es todavía un bebé, pero va camino, cada vez más acelerado, a convertirse en un nenito. Y a mí también, Viole, el inexorable paso del tiempo me duele a veces casi hasta las lágrimas. Tener que comprarle zapatillas con suela dura, y desechar esas blanditas tan simpáticas, de bebito, es un signo inequívoco del paso del tiempo.
Cumplió 11 meses el 2 de setiembre. Saquen cuentas, y estamos en la cuenta regresiva para el añito. ¡Qué emoción!
  • Es flaco y largo. Mide casi 77 centímetros, pero apenas si llega a los 9 kilos 300. Tiene el pelo rubio coloradito. Los ojos celestes, celestes; las pestañas largas, larguísimas. Me hace caras de soñador y la mirada le llega al cielo.
  • Hace un mes que toma mamadera, y no quiso saber nada más de la teta. Anoche soñé que tenía leche de nuevo. Y que se prendía con tantas ganas. Debo decir que extraño mucho ese momento. Pero que dormir seis horas seguidas, a veces hasta ocho, es un placer que extrañaba también.
  • Gatea para todos lados, con mucha energía, decisión, y algo de torpeza. Empezó a los 9 meses, cuando estábamos en Argentina, a pocos días de haberle sacado el arnés. Primero despacito, y arrastrando inmóviles las piernas atrás. Luego se fue perfeccionando y ahora hasta sube y baja escalones gateando. Se trepa a sillas, mesitas bajas, sillones y queda paradito. Ah, y el bidet, tiene adoración por el bidet. Yo estoy tan contenta de verlo parado que hasta lo dejo que se agarre de ese cochino aparato y después le lavo las manos escrupulosamente. Da pasitos agarrado de la silla, de la mesita, de los sillones y de mis manos, claro.
  • Dice ma ma ma, tititi, nenene, bebebe... pero no están estrictamente relacionados con lo que ustedes pueden llegar a pensar.
  • Es muy mimoso, adorable ser. Se duerme abrazado a mí, o al papá. Y cuando se despierta en la cuna no llora, te llama con palabritas aisladas, suavecito, suavecito. Y me acerco y me abraza. Y apoya su cabeza en mi hombro. Y me hace sonrisas de enamorado. Y no puedo creer todo lo que creció. Que sus acciones tienen intenciones. Que no es más puro instinto. Y que sin embargo seguimos siendo tan inseparables. Que si yo estoy mal, él está mal. Que si estoy bien y relajada, él está feliz y sano. Porque lo comprobé ahora, cuando decidí empezar a trabajar menos y a mimarlo más.
  • Adora las computadoras. Les sonríe y hasta les ríe. ¿Creerá que la notebook es un miembro más de la familia? De todos modos, trato ahora de medir mi tiempo frente a ella, porque la va a terminar odiando. Y como para que no se confundan las cosas, le compramos una todita para él. Y está feliz. Es azul y amarilla, tiene muchos botones que hacen música y sonidos, y juegos didácticos muy avanzados, pero no importa. El la abre, la cierra, se le sube encima, toca todos los botones, toca la pantalla y se enoja si se la queremos usar.
  • También le encantan las pelotas. Los genes del padre en algún lado tenían que estar, eh. Todo empezó con la roja de meteoro que le regaló la abuela malén. Era grande para sus manitos, pero la agarraba con fuerza y la tiraba. Juro que ya sabe dar pases! Aunque es mejor agarrando rebotes. Dicen que tiene movimientos de pivot, no de playmaker, ja.
  • Ama la música. Le encanta que ponga María Elena Walsh y baile para él. Aplaude y mueve su cuerpito según el ritmo. Baila. Si quieren decirlo así, baila. Se zarandea, mueve la cabeza, y sonríe, sonríe con esa bocota enorme, con esos dos únicos dientitos. Es súper simpático con todos. Basta que alguien lo salude y él ya le dedica su mejor sonrisa.
  • Le encanta el agua. Siempre disfrutó la hora del baño. Y ni les cuento la pileta. Ahora vamos a la de nuestros amigos, a matar un poco el calor insoportable de este fin de verano italiano, y se tira solito del borde, de panza hacia mis brazos. No me puedo descuidar ni un segundo porque se me zambulle de cabeza!
  • Hace burlas con su manito en la boca, no sé como explicar esta monería. Es como el indiecito, pero batiéndose el labio de abajo: brrrr, brrr, brrr.
  • Hace uuuuhhhhh, y la boquita le queda como un piquito perfecto redondito, llevándose las manos a la cabeza, siempre que quiere llamar la atención... sobre todo si se mandó una cagada.
  • Hace oiaaaa!! y se lleva el celular al oído. Y no lo hace sólo con celulares. Con todo lo que se le cruza. Desde una cuchara hasta un zapato, desde el control remoto hasta el mismo chupete.

Y así mil quinientas cosas. Pero ya no sigo, porque este post chorrea demasiada baba. Pero se lo merece. Se lo ganó. Mi transición hacia la maternidad no fue fácil. Tuve momentos de desesperación absoluta, de estrés incontrolable, de cansancio inmanejable. Y de decir por qué carajo nadie dice todas estas cosas, vos lo sabés Marian. Pero ahora sé que todo pasa, que de todo se aprende, que hay que saber hacerse a un lado, y darles el protagonismo que necesitan, también dándonos el protagonismo necesario como madres. Y que es, en muchos casos, cuestión de organización, de tomar riendas en el asunto.

Hoy puedo decir que me siento feliz. El dolor de espaldas ya es crónico, sí, pero soy feliz.

lunes, 8 de septiembre de 2008

Sin ancla definitiva, pero en puerto final!

Estoy en un hotel, y no de esos a las que muchas nos gustaría escaparnos (Marce va para ti!), es un hotel que está bastante bien, en realidad apart hotel, y no me quejo porque tiene heladerita, televisor, cocina, pileta para lavar platos, cosas básicas, digamos, y puedo preparar algo de comida para Emilio, además de que puedo comer en el restaurante del hotel siempre que queremos, la comida -como siempre en Italia- es muy rica. La pasta ai pomodori freschi les sale excelente!
Y lo más importante, tengo aire acondicionado!!!!!! Hace demasiado calor: 38-40 grados.
Pero no es tu casa. No tengo lavarropas. Las valijas a medio deshacer. Internet con celular. Ganas de cocinar casero. De hacer compras en el súper. De tener mis sábanas, mis toallas, los juguetes para Emilio... de ilusionarme con poner mis fotos, mis portarretratos, comprar cortinas, armar la habitación del gordito... y lo peor, también estamos sin auto. Por contrato nos lo tienen que dar, pero siempre es así. Estamos en Italia, en Italia meridional. En la Campania. No pretendamos la eficiencia y la puntualidad que ni siquiera en Argentina tenemos!
Por suerte, siempre están los amigos. Los amigos argentinos, la mejor fortuna en un lugar así. Este año uno de los mejores amigos basquetbolistas de Pablo juega en el mismo equipo! Eso es impagable. Con su mujer embarazada a punto de parir y su hijo de 8 años. Estamos felices! Ellos, creo que no tanto, je. Nos instalamos día de por medio a comer ahí, vamos a la pile de su casa, tomamos mate con la yerba que en los apurones de la partida nos olvidaaaaaaaaaaamooooossssssss!!!!! (me quiero morir). Todo será recompensado y pagado con creces, Nadia, te lo juroooo! Sobre todo cuando venga Ranierito (el baby) y necesites muchas manos, yo te voy a dar hasta las que no tengo!
En definitiva, post poco inspirado, pero realista. Estoy aguantando las ganas de contar mis primeras impresiones sobre el lugar, hasta que pueda recorrer un poco más. Pero, la verdad, es que no me disgusta! Estoy en Caserta, que dicen que es de lo mejorcito de la Campania, Maddaloni está pegado, es provincia de Caserta, ahí es donde juega el equipo de Pablo. La ciudad en sí está bastante linda, hay un poquitín de basura, de puzza, de immondizia, pero... menos de lo que pensábamos. Lo más lindo que tiene Caserta es la Reggia, uno de los palacios reales más importantes de Europa, pero todavía sólo la vi de afuera.
Emilio, para variar un poco, estuvo con diarrea desde que llegamos al aeropuerto de parís... chorreando mierda en medio de la puerta de entrada a la ciudad más chic del mundo... no es único mi hijo??? Obviamente, la madre también toda chorreada. Pero sí, ya está bien, gracias a dieta estricta y unos recompositores de la flora intestinal (qué lindo tema pa' cerrar, mujer, pero muchas de ustedes son madres y me entienden!).
Bueno, me voy a dar un paseo con mi hijito por estos pagos muy fellinescos. No me envidien!