domingo, 30 de septiembre de 2007

Vísperas


Finalmente, está todo programado. Emilio, muy obcecado el muchachito, sigue sentado, su cabeza se incrusta cada vez más entre mis costillas, lo cual hace -entre otras cosas- que la acidez y el reflujo me despierten en medio de la noche muchas más veces de lo que mi cuerpo desearía; que coma lo justo y necesario, aunque me muera de ganas de darme atracones... lo cual me lleva a despertarme otras tantas veces en la noche... famélica! a comer! La cuestión es que la fecha está fijada, el martes 2 de octubre, a las 11, me hacen la cesárea. Por más que no me cope mucho la idea, creo en este momento que es lo mejor. Pablo llega de Italia el lunes, a la tardecita (me imagino mi estado de ansiedad en ese momento, je), trataremos de dormir juntos y a la mañana iremos a internarnos y esperar al bebé. Estoy súper emocionadaaaaa!!!!!!! (una obviedad, pero no puedo dejar de decirlo!).


La verdad es que estoy disfrutando esta cuenta regresiva. Con el trabajo no me quedan más que unos retoques a algunas notas, pude adelantar cosas como para tener dos semanas absolutamente libres, y en estos días me estoy dedicando a todos los rituales posibles de despedida de la panza! Nada raro... no piensen mal, pero tratamos de no perdernos nada... juntadas con amigas, paseos, caminatas, pizzas caseras, muchos helados, recibidas (una nueva profe de Educación Física y otra novel abogada entre mis amigas), concilios de consejos varios de otras madres primerizas, y también largas asesorías telefónicas, sesiones de fotos... me faltó sólo el baby shower (juro que en Córdoba también se puso de moda, según me cuentan!).


Quedan algo más de 48 horas... muchas gracias a todos por el aguante detrás de la pantalla! Y prendan velitas, envíen buenas ondas, invoquen al santo de su preferencia... todo será bienvenido! Hasta pronto!

domingo, 16 de septiembre de 2007

Aufranc

Como escribí sobre Altieri, mi apellido, el de mi papá -en fin, el de mi familia paterna- tenía pendiente aún escribir sobre el de mi familia materna.

Se trata, en realidad, de una conexión con mi pasado, con mis raíces, con mis orígenes, que me hace bien. Me hace bien siempre. Pero especialmente en este momento, en el que me siento perpetuadora de vida. Creo, también, que la historia de cada uno se enlaza indefectiblemente con la del prójimo. Y que cada una de esas pequeñas historias tejen la de todos, la de una Argentina inverosímil a veces, un país hecho de retazos, de lo que nos dejaron los españoles que vinieron tras Colón, de los inmigrantes llenos de ilusiones, ilusiones hechas trizas y vueltas a rehacer, generación tras generación.

Por eso, la historia de mi bisabuelo José Aufranc, al que no conocí, me emociona y me sorprende. Me deja perpleja y me pregunto dónde han quedado tantos valores. Miro a veces los fragmentitos de mi familia y no puedo dejar de preguntarme: ¿Cómo habrá sido vivir en una familia, en una sociedad, con valores tan férreos? ¿Habrán sido felices? ¿Se lo habrán cuestionado? ¿O no había tiempo para eso?

Todo esto viene porque estoy leyendo una carta que mi bisabuelo José dejó a sus "hijos", como él los nombra, sus dos hijos, Pochi y Néstor, y sus parejas, Juan y Meneca. Allí ya se trasluce una de sus virtudes: la ecuanimidad. Todos son hijos ante sus ojos desde el momento que se casan con sus hijos de sangre. Tanta generosidad, tanta humildad, tanta ausencia de individualismo. Me dejan pasmada. Será que eran una familia de suizos, no sé, pero no me canso de leer algunos pensamientos y desear, a veces, un poquito de tanta grandeza, para que reine la armonía en mi familia actual. Yo sé que nos amamos, nos amamos locamente, sin prejuicios, sin tapujos, diciéndonos todo... pero también nos lastimamos mucho.

Mi bisabuelo José nació en un campo llamado Las Flores, en 1896. Era hijo de Magdalena Sierro Mayoraz, ella había nacido en Heremence (Suiza); y de Emilio Aufranc, él nacido en Esperanza (provincia de Santa Fe), también descendiente de suizos franceses. Eso es lo que dice su carta. Puede que haya muchos errores, me decía mi abuelo, pero la mayor parte de las cosas parece coincidir.

Evidentemente, mis tatarabuelos no eran inmigrantes pobres, sino que fueron dueños de grandes extensiones de tierras que fueron dividiendo y entregando a sus descendientes, siempre tratando de respetar lo que era justo para cada uno. Bueno, nuestra realidad actual familiar está bastante lejos de ese futuro promisorio que habrán visto aquellos suizos en nuestro país, y las extensiones de tierra, inflaciones, crisis y Menem mediante (a pesar de que mi mamá es hija única, je) visiblemente reducidas.

Mi bisabuelo José estudió. Se recibió de Ingeniero Civil, en una época en la que ir a la facultad era realmente un lujo, una garantía, un futuro. El mismo lo cuenta así: Antes de entrar a la Facultad, al elegir la carrera, mi mamá el 9-07-1909 me escribe: “Al enterarme del contenido de tu carta te diré que es de mi agrado si podés seguir una carrera, pero piensa bien, no quisiera verte algún día inútil, tu suerte dependerá de tu talento, tu voluntad de seguir adelante, para todos hay trabajo, no debes retroceder después de un penoso estudio”.

Luego, se instaló en Morteros (provincia de Córdoba). Se casó con mi bisabuela Delia, a la que sí conocí, y fue el fundador y dueño de la usina eléctrica del pueblo. Hasta que luego se hizo Cooperativa.

Otro de los fragmentos que me conmueve: "Mi madre quiso hacer justicia con sus hijos: Pedro y Amado que no habían estudiado recibirían más tierra, a Estela le entregó una casa que construyó en Rafaela, donde vive actualmente; a Carmen su estudio en el colegio Santa Unión de Rosario, a mí el estudio y la carrera. Reconozco haber sido privilegiado".

Mi bisabuelo tenía casi ochenta años, algo de demencia senil, y transcurría la década del 60 del siglo pasado cuando escribió esta carta. La cerró así: "Al leer estas notas se podrán dar cuenta de nuestro sistema de vida imposible de seguirlo actualmente, pues los tiempos han cambiado, esto ya es anacrónico. En este hogar todo ha pasado plácidamente, ordenado, respetuoso, sin conocer discusiones inútiles, enojosas, manteniéndonos con el lema suizo: “La unión hace la fuerza”. En esta forma encontrarán la solución a todos los problemas que se les presenten y más aun ahora en este camino tortuoso e incierto que el mundo transita actualmente. El mundo pasa por transformaciones fundamentales entre ideas antípodas".

Quisiera yo un poco de esa lucidez, de esa paz, ahora, ya...




La familia Aufranc, en el campo. Mi bisabuelo José es el señor mayor sentado casi en el medio, la señora de la izquierda es su mujer, Delia, y las dos mujeres más jóvenes, su hija Pochi y mi abuela Meneca. Los nenes son sus nietos. Entre ellos, mi mamá, "la pelada Aufranc", como se la conocía por esa época, jaja. Sí, es la de la derecha, aunque parezca un varoncito. Los de atrás creo que son peones del campo (ay si mi abuelo supiera tanta imprecisión con sus fotos de archivo me mata).

martes, 4 de septiembre de 2007

¡Gracias!

Hay muchas veces en las que me quejo, me quejo de estar lejos, de tener esta vida gitana, de perderme tantas cosas; me quejo de no tener a mi viejo, de que mi vieja se haya enamorado de mi suegro y/o viceversa (ah cómo? no lo sabían?); me quejo de mi trabajo y del frío (este año tuve motivos, che!); me quejo aunque no en voz demasiado alta de la intolerancia, de la falta de solidaridad, del egoísmo...
Pero hoy quiero agradecer. Hay muchas cosas por las que estoy contenta. Finalmente el sol sale prolongadamente en Córdoba, los días se alargan y hay un clima primaveral... que sería capaz de motivar hasta al mismísimo Felipe frente a una pila de deberes descomunal (es que yo soy tan Felipe en tantas cosas... ¿¿justo a mí me tenía que tocar ser como soy??). Digo gracias porque -no me odien las que pasaron por experiencias algo distintas, Marian, estuve leyendo tus posts del embarazo- me quedan sólo cinco semanas con esta panza, y... no me pesa para nada, no me hincho, no tengo acidez, duermo ocho horas seguidas, a veces ni siquiera me dan ganas de levantarme a hacer pis, no me duele la espalda, sólo un poco a veces las costillas, no me salieron manchas ni estrías, engordé 12 kilos pero no me doy bien cuenta dónde están (panza y tetas es una buena respuesta). En fin! vaya este post como para desterrar mitos del embarazo!
Gracias Emilio por ser tan buenito con mamá (por ahora!)... íntimamente quizá esto sea también una especie de súplica anticipada por lo que vendrá! sé buenitooooo, síiiii??? Qué manipuladora soy!